Desde temprana edad, he sentido una profunda conexión con el autoconocimiento. Creo firmemente que los grandes cambios sociales provienen de individuos que logran plasmar en acciones concretas las verdades que descubren dentro de sí mismos. Un hombre que no cultiva su intelecto, su espíritu y su cuerpo es un hombre incompleto. A lo largo de mi vida, he encontrado inspiración en los libros, en las obras de arte y arquitectura, y especialmente en la naturaleza. Pero también en la magia de las interacciones humanas, en el crecimiento que provocan y en las múltiples experiencias que me han formado a lo largo de mi viaje.

El aprendizaje que he recolectado de estas fuentes ha sido enriquecido por la capacidad de cuestionar incluso lo que parece obvio, considerando hasta lo absurdo como una posibilidad. Porque lo real está definido por nuestra percepción, por la interpretación que damos al mundo y por las creencias y valores que moldean esa interpretación. Y aunque no puedo cambiar lo externo como el clima, sí puedo cambiar mi propia percepción, mi “yo” interior.

Soy dueño de mis creencias, de lo que considero positivo o negativo, de mis actitudes y hábitos. Sin embargo, asumir esa propiedad requiere un inmenso trabajo interior. Desde lo más profundo, elijo creer en dos verdades: primero, todo está en constante cambio; la vida es un flujo, y aunque nada es eterno, nuestras acciones pueden resonar durante generaciones, como las pirámides de Egipto que aún asombran a quien las contempla. Segundo, nada está separado de lo demás; todo en el universo está interconectado, desde los diminutos microbios en nuestra flora intestinal hasta las estrellas y galaxias en el cielo. Todo es uno, y uno es todo.

De estas dos verdades saco la conclusión de que nunca estaré solo; esa es solo una ilusión. Y aunque soy responsable de lo que me sucede, también lo es mi entorno, por lo que tengo el poder de cambiarlo para transformar quién soy. Como nada es eterno, prefiero que cada segundo cuente, que cada momento esté alineado con un propósito de vida que yo decido tomar en mis manos. Tomar responsabilidad de mi propósito y actuar desde lo más auténtico de mi corazón.

Es por eso que ofrezco mis servicios y mis obras a ustedes, mis lectores y amigos, con la esperanza de que generen un eco positivo en sus vidas. Que los inspire a mirar el mundo con el corazón abierto, a conectarse con sus cuerpos, y a convertirse en un reflejo de su verdadera autenticidad, y no una máscara de miedos y creencias limitantes. Cada día cuenta. Demos juntos ese paso al vacío, derrotemos los fantasmas y dragones que atormentan nuestras almas, y creemos una vida con fuerza y propósito, juntos.

Félix.