El primero de enero es un día especial. Porque si te fuiste de fiesta, seguramente despertarás tarde y con resaca. Si no es así, no importa. En verdad da lo mismo si disfrutaste con tus mejores amigos y familia, si te perdiste en una fiesta multitudinaria o si pasaste la noche de año nuevo sólo.
Y digo que no importa por que nada de eso te define, ni definirá quien eres realmente.
¿Entonces que es lo que sí nos define?
Imaginemos que estamos pasándolo increíblemente bien, en alguna fiesta o reunión social. Quizás estás bailando o conversando y riendo hasta mas no poder. Ese momento tan positivo pareciera ser un buen momento, un momento de felicidad y alegría. Y la mayoría de las veces no vamos a interrumpir ese momento para preguntarnos, “¿Quién soy yo?”. El 90% de las veces vamos a vivirlo al máximo intentando no apagarlo. Del mismo modo, imaginemos que estamos pasando por una situación bien difícil, de mucho estrés, emociones como rabia o tristeza. Intentando solucionar algún problema que nos afecta fuertemente. Pues, creo que tampoco vamos a detenernos a pensar, “¿Quién soy yo?”.
Ahora imaginemos que estamos en un momento introspectivo, mirando el mar, pensando en varios aspectos de nuestra vida. Seguramente nos preguntaremos “¿Quién soy yo?” y nos haremos varias preguntas más al respecto. Y suponiendo que encontremos una respuesta. ¿Acaso no hemos hecho eso varias veces en nuestra vida y siempre hemos encontrado una respuesta un poco diferente?, ¿Será que hemos cambiado tanto con el pasar de los años, o tras haber vivido alguna experiencia intensa?. ¿Soy yo el mismo que era cuando tenía 5, 10 o 20 años?. De seguro algo de este yo ha perdurado, pero tanto nuestro cuerpo ha cambiado, como nuestra forma de vivir, como nos aproximamos a las experiencias, como nos sentimos con nosotros mismos, etc.
Entonces, ¿qué es lo que me define?, ¿Acaso algún día encontraremos una respuesta definitiva?
Voy a entregarles un concepto, con el que me gustaría que jugaran en sus reflexiones internas. Me ha servido bastante para darle un respiro a mi mente incansable y ha simplificado la visión misma de la vida que tengo, al punto de convertirla en un pasar bastante grato, pues me ha ayudado a comprender términos mucho más profundos como la felicidad.
Primero aclaremos ciertas cosas. Todo lo que creemos que existe, existe como un pensamiento o idea en nuestra mente. Por lo tanto en nuestro cerebro. No hay forma en que algo que no creamos que exista, no exista primero en nuestra mente. ¿Que quiero decir con esto?
Pasado: Lo que ocurrió en el pasado, lo conocemos por que hay un registro, alguien que recopiló hechos, verídicos o no, interpretativos o no, dijo, esto sucedió, de esta manera y nosotros lo aceptamos, pues así nos educaron. Para acatar más que para cuestionar.
Mitos: Tomemos el ejemplo del dragón como figura mítica. Todos saben que existen, pues hay millones de pinturas, libros, películas, etc. Que los muestran bien detalladamente. Para algunas personas es sólo fantasía, aún así el término “dragón” es familiar, eso quiere decir que a pesar de que los consideren una creación imaginaria, existen como tal en su mente. Para otros son un hecho bien real, incluso buscan todos los medios disponibles para comprobar su existencia. Y esto mismo ocurre con los extraterrestres, los dioses e incluso con las creencias religiosas de hoy en día. Podríamos decir que la existencia de Buda o Jesús, podrían ser sólamente un mito. Y aunque así lo creyéramos, aún así existen en nuestra mente.
Todo lo que existe en la naturaleza y que ha sido descubierto o creado, tiene un nombre, una descripción, una referencia, obedece a una categoría y esta a su vez a una familia de categorías. Todo el lenguaje ha ido evolucionando para mantener el control de lo que existe, y como el lenguaje es la fuente primordial de nuestros pensamientos, podríamos decir que nuestras mentes nos han servido como un inmenso categorizador de experiencias, que funciona por sí sólo, pues es el mismo sistema de pensamientos, el que le da la capacidad de seguir “siendo”.
Aún así, no somos capaces de respondernos lo más básico y eso es “Quiénes somos”. Unos dicen que somos la evolución de un mono, otros dicen que somos los hijos de seres superiores y otros, para mi gusto más sabios, simplemente un misterio.
¿Entonces como opera todo esto?, El concepto del que quería hablarles es la “identificación”. Y es bastante simple, Todo pensamiento con el que nos identifiquemos, lo hacemos parte de la conciencia del “yo soy”. Todos los conceptos relacionados, los pondremos bajo nuestro alero y también serán parte de este “yo soy”. Cuando alguna crisis ocurre en nuestra vida, y algunos de estos conceptos desaparece o es puesto en duda, entonces parte de ese “yo soy” se transforma. Pasamos día a día, tranquilos sin cuestionarnos nada de esto, por que el sistema de control que tenemos en nuestra mente, nos lo permite.
No cuestionarme, cada vez que me levanto por la mañana, “¿Quién soy?”. Por un lado es positivo, pues así nos podemos enfocar en nuestras acciones cotidianas, pero por otro lado, es esto mismo lo que nos genera cada crisis, por que de vez en cuando, alguien aparecerá en nuestra vida que hará que todo cambie. Puede ser un nuevo jefe en el trabajo, que nos pida hacer más cosas o lo que ya hacíamos, de una forma diferente. Podría ser alguien de quien nos enamoremos, estando o no en una relación. Podría ser un hijo que nos de un sentido de la vida nuevo, nos renueve el compromiso y la responsabilidad y nos de fuerza para seguir hacia adelante. O la muerte de un familiar, incluso la de una mascota.
Todos estos hechos diariamente, nos cambian, y la crisis real aparece cuando el concepto con el que nos “identificamos” cambia. Así como hay gente que se cambia de partido político, religión, se va a vivir a otro país, o sea lo que sea, cambiamos y así la “identificación” también.
¿Qué significa identificarse? En Wikipedia existe esta definición:
La identificación (de la raíz identi-, “identidad“) es, en psicología, la conducta, las habilidades, las creencias y la historia del individuo en una imagen consistente de sí mismo(a). La identidad es una búsqueda de toda la vida, la cual se enfoca durante la adolescencia y puede repetirse durante la edad adulta. Erik Erikson subrayó el hecho de que este esfuerzo por encontrar un sentido de sí mismo y del mundo es un proceso sano y vital que contribuye a la fuerza del ego del adulto. Los conflictos que involucran el proceso sirven para estimular el crecimiento y el desarrollo. Así, para alcanzar un buen nivel de autoestima se debe, antes que nada, descubrir la propia identidad.
¿Qué quiero decir con todo esto?
1. Somos libres de generar la identificación que queramos, esto significa que podemos cambiar conscientemente cada vez que lo necesitemos o queramos ya que aunque no quisiéramos o sintiéramos que no podemos, aún así lo haríamos. En vez de hacerlo por medio de una crisis, simplemente podemos aprender a fluir, y no encajonarnos o hacernos prisioneros de nuestros propios pensamientos. Ya que no es algo que esté fuera de nosotros, los únicos capaces y responsables de generar esto, somos nosotros.
2. Así como nuestra “identidad” puede cambiar, también los demás, por lo tanto, dejar de generar juicios sobre los cambios de otros causará dos cosas muy positivas. La primera es que nuestra vida en sociedad será mucho más plácida y la vida de los demás también, ya que no haremos sentir a otros el juicio y el peso de no poder ser quienes son realmente. Esto conllevará a una vida más honesta y sincera, a relaciones más sanas, pues aprenderemos a aceptar a los demás tal cual, y no bajo nuestros propios términos sujetos a nuestra “identificación social”. Por otro lado y no menos importante, es que nosotros estaremos mucho más libres, en vez de estar ocupando pensamientos en situaciones que no nos pertenecen, pues son de la vida ajena, podremos enfocarnos simplemente en nosotros mismos y en las cosas que si nos generan felicidad, éxito y gratificación.
Cambia
Finalmente les quiero dejar una serie de ejercicios que los ayudarán a pasar cada proceso de vida por el que estén. Aprender a cambiar es tan importante como aprender a contar y escribir. Ya que irremediablemente estamos constantemente haciéndolo, ¿por qué no mejor volvernos expertos y así tener una vida más armónica?
Evalua tu pasado
Haz una lista cronológica de los años que quisieras revisar, de hitos importantes, de sucesos que te marcaron y pregúntate: ¿Quién era yo en ese momento?, ¿Cómo viví esa situación?, ¿Qué hice para superarla?, ¿La disfrute realmente?, ¿Si volviera a pasar por algo así, que haría diferente?, ¿Qué aprendí?
Revisa tu presente
Seguramente estás pasando actualmente por alguna situación que quisieras cambiar o te ves forzado a hacerlo. Toma lo mejor que ya hiciste en tu pasado y pregúntate, ¿De lo que aprendí, que podría replicar ahora?, ¿Quién soy yo ahora?, ¿Qué quiero hacer realmente?. Esta última pregunta es importante, como es un ejercicio no temas en escribir eso que verdaderamente quieres. No te limites, aunque suene imposible o soñador, simplemente hazlo. Luego evalúa cómo podrías llevar eso a un plan de acción para realizarlo.
Olvida el futuro
Así es, olvídalo y vive el ahora con toda su intensidad. Usa tu plan de acción para definir metas y acciones, pero enfócate en el ahora. Toma todo el potencial positivo, de quien eres realmente, sin máscaras, sin heridas, sin nada y vívelo. El futuro nunca llega, por que sólo existe el ahora.
Mientras más tiempo nos demos para estar con nosotros mismos, para conocernos, quien realmente somos, más vamos a aprender sobre la vida misma y ganaremos mayor convicción en todo lo que emprendamos, mayor sabiduría para cada cambio y simplemente nuestra vida pasará de ser una compleja existencia de sucesos a un armónico y simple ser y estar en el ahora, fluyendo y amando lo que somos y al mundo.
Si te ha parecido de interés este artículo, no dudes en compartirlo, deja tu mensaje o ponte en contacto conmigo, si quieres dar un paso más allá con el apoyo de un Life Coach.